Una sesioncita de sucesos concentrada y no sale a la calle tranquilo ni Schwarzenegger con una silla eléctrica portátil. Bien es verdad que los sucesos son parte del periodismo, y que si se pueden contar es porque pasan, pero nuestras inocentes y cándidas mentes no están preparadas para tanta y tan cruda realidad. Las noticias buenas en este programa son tan raras como una ópera de Georgie Dann, y cuando tantas desgracias se cuentan juntas, al final acabas pensando que lo del fin del mundo es un cachondeo, al lado de dar un paseo por Madrid y alrededores.
Sin embargo, una cosa buena sí tiene un programa como éste, la igualdad. Es como la muerte, que no entiende de ricos y pobres. No importa si tienes un chalé con piscina en La Moraleja, o si eres una ancianita desvalida en una barriada marginal, la desgracia te acecha por igual. Y podrás contar que te sucedió en Madrid.
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